La palabra de Oro: Sangre, poder y Dios en el Gran Siglo

La Sala Negra de Teatros del Canal acogerá este nuevo espectáculo de Pedro Mari Sánchez del 16 al 20 de febrero.

El poder, el sexo, la sangre, dios, el modelo del mundo, con una figura en el centro de todo: la mujer. Durante el Siglo de Oro, época de esplendor de las letras españolas, se escribió acerca de estos temas con una lucidez y una modernidad difícilmente superables.

La defensa de la mujer, el abuso del hombre sobre ella, el abuso sexual intrafamiliar, el autoritarismo desde el poder absoluto, quedan, desde entonces, enmarcados en el paradigma de nuestra cultura judeocristiana, el mito angélico y la necesidad del yo trascendente frente a la muerte.

La palabra de oro nos habla de estos temas de rabiosa actualidad a través de textos teatrales, poemas y prosa del Siglo de Oro, como el monólogo de la pastora Marcela en El Quijote, que prefigura la identidad y reivindicación del espacio en el mundo de la mujer. Esta función es un recorrido vital y metafísico de la consciencia humana en la literatura del Siglo de Oro español.

Palabras del autor:

El Siglo de Oro español representa el esplendor de nuestro idioma. Un periodo en el que contenido y forma alcanzan una altura y una luz que deslumbra como ningún otro hasta entonces y que ha influido como ningún otro, también, desde entonces. No solo ha inspirado a quienes escriben en castellano. El Romanticismo alemán, por poner un ejemplo, no se explica sin la profunda huella de Calderón de la Barca en autores como Von Kleist, Schiller o Goethe, quien llegó a afirmar que si la poesía desapareciera completamente de la tierra podría reconstruirse a partir de una de sus obras, El príncipe constante. Y más aún: Bertolt Brecht construye su dramaturgia con la carpintería, conceptual y formal de los Autos Sacramentales de Calderón de la Barca. Teatro de ideas, de arquetipos, de personajes y tramas no psicológicos expuestos ante el espectador como si de un tribunal se tratase. Teatro avanzado en siglos a su tiempo.

También adelantado a su tiempo, figura que revoluciona los relatos, es el personaje literario de mayor influjo en el mundo: Don Quijote de La Mancha, el héroe de la primera novela, tal y como hoy la entendemos, aunque en España sea la gran desconocida de nuestras obras literarias por más que tan frecuentemente nombrada.

Nuestra época está ignorando las Humanidades, la medida humana, en favor de la tecnología y es un error de consecuencias poco favorables para el progreso de la sociedad, cada vez más polarizada, menos informada, más contaminada. Por eso es imprescindible habitar permanentemente estos espacios de pensamiento, de creación tan conocedora de la condición humana: desde lo más oscuro a lo más luminoso.

Como actor, como director, no puedo interpretar -en fondo y forma- a Valle Inclán, a Bernard-Marie Koltès, a Botho Strauss, sin conocer, sin encarnar a los clásicos.

“No hay que modernizar los clásicos. Hay que acercarse con humildad, rigor y coraje, a la fuente. El arte no tiene tiempo, no es antiguo ni moderno. La fuente siempre es original.”

En ellos aparece la vida como un pulso; de carne, de fuego y agua, de aire. Un pulso consciente de su finitud y que quiere trascender. La materia en todas sus manifestaciones encarnadas. De lo más oscuro y perverso a lo más elevado.

El barro de esta función no solo está conformado de teatro, sino también de prosa y poesía.
Se escapa entre los dedos de las manos y huye a la vista primera pero su eco permanece; suena y existe, como la vibración primigenia de la que todo y todos provenimos.

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